Dos
problemas intrigantes
Hay
dos problemas que intrigan a bastantes personas. Apunto a continuación unas
posibles soluciones. Invito a los lectores a perfeccionarlas o a encontrar
otras soluciones (aparte de la solución fácil de decir que Dios no existe).
Enunciado
del primer problema:
Si
Dios existe y es muy bueno, ¿por qué permite que haya desastres naturales tales
como inundaciones, erupciones volcánicas, terremotos, etc. que provocan muertes
y desgracias?
Una
posible solución al primer problema:
Considerar
esencialmente cierto el pasaje de la Biblia acerca de la salida de Adán y Eva
del paraíso terrenal. Este pasaje viene a decir lo siguiente: Dios dijo a Adán
y Eva que por haberle desobedecido, ellos y sus descendientes morirían y
pasarían penalidades. A primera vista, parece injusto que por culpa de estos
dos, actualmente nosotros debamos sufrir las consecuencias, entre las que están
los desastres naturales indicados en el enunciado.
Una
posible explicación consiste en suponer que Dios quiere una compensación grande
por la desobediencia y que esta compensación no podían ofrecerla Adán y Eva
solos, sino con los esfuerzos de las personas de bastantes generaciones. Hoy la
humanidad tiene bastante dominio sobre la naturaleza y está a medio camino de
dominarla mucho y volver al paraíso terrenal. El resto de la posible
explicación consiste en suponer que los avances técnicos que la humanidad
producirá en el tercer milenio de nuestra era permitirán a las personas vivir
bien durante siglos. Sólo hay que pensar en la posibilidad de modificación
genética para que por lo menos sobrevivan las células del cerebro; el resto del
cuerpo puede ser artificial. Hoy se implantan algunos tipos de dispositivos y
pronto se podrán crear tejidos de una persona para sustituir los estropeados.
Ya dijo Isaac Asimov que en el futuro puede existir una técnica tan avanzada
que hoy parecería magia.
Enunciado
del segundo problema:
Si
Dios existe y es muy bueno, ¿por qué permite que haya personas malvadas que
hacen crímenes?
Una
posible solución al segundo problema:
Suponer que Dios quiere que las personas tengan libre albedrío para actuar bien o mal. A esto se puede alegar que Dios podría castigar al que actuase mal inmediatamente después de la acción; así todos verían las consecuencias de la mala acción y se portarían bien. Por ejemplo: a cada grado de mala acción le correspondería un grado de descarga eléctrica. Esto parece una película de ciencia-ficción. Con este método, todos se portarían bien pero ¿a quién le gusta vivir en un régimen dictatorial que impide el libre albedrío? En las películas, a la gente no les gusta vivir así. Por tanto, se puede suponer que Dios castigará con el purgatorio o con el infierno al morir; y si alguien actúa mal pensando que no le pasará nada al morir, lo tiene mal.